Cierto día, iba paseando por una calle cuando de repente vi a un niño hambriento, sucio y tiritando de frío dentro de sus harapos.
Me encoleré y le dije a Dios.
---¿Por que permites estas cosas?
---¿Por que no haces nada para ayudar a ese pobre niño?
Espere la respuesta pero fue en vano.
Sin embargo aquella noche, cuando menos lo esperaba, Dios respondió a mis preguntas airadas;
--Ciertamente que he hecho algo
--Te he hecho a tí
Maestro no busques culpabilizar a los demás, encuentra soluciones en ti mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario