sábado, 1 de junio de 2013

      ¿PROTEGER  A  LA  PERSONALIDAD?
          Debería darse una constante inmersión de la mente y el corazón dentro del Mar de la Divinidad, así como una constante vigilancia atenta de que no se RECONOZCA, DEFIENDA NI PROTEJA más a la personalidad -- ya sea en pensamiento o en sentimiento interno, recibirán una mayor paz; y, así sin necesidad de hecha, esa personalidad se disolverá rápidamente, y el Dios que ha esperado por siglos comenzará a fluir con una acción constante a través de la forma carnal liberada.
            Mientras se dé en ustedes aquello que les hace enojarse por un comentario u observación disgustada de otro, sepan que la personalidad continúa siendo en ustedes una entidad que desea justificación. Cuando el iniciado en Luxor era sometido a cualquier tipo de humillación (tal como una bofetada sin necesidad, así como cuando Jesús pasó por la prueba del escarnio de la corona de espinas), se hacia para pulsar las profundidades de la conciencia interna y ver si todavía se encontraba orgullo en la personalidad que requiera des agravio y justificación de la entidad individual. No es una actividad negativa la que permite injusticia o tonta sumisión al vicio humano, ni ello significa que ustedes deberían precipitarse o zambullirse en las aguas de abyecta esclavitud bajo la personalidad de otros. De hecho, ustedes se acrisolan ante las personalidades de quienes los rodean, la cual da indicios de que el mundo interno de ustedes no tiene fugas de energía, sin importar qué hagan o traten de hacer los demás. pero aunque traten, la fidelidad de ustedes al hombre interior debería ser tal, que nunca puedan apartarlos de su causa o interferir con su Evolución Cósmica.
            Hay un poderoso caudal de enseñanza en lo anterior, lo cual ustedes que son sabios harían bien en estudiar profundamente.
            Les puedo decir que no hay Oportunidad en el mundo externo por la cual valga la pena irritarse, y que no hay deber alguno en El ser externo lo SUFICIENTEMENTE IMPORTANTE como para desviarlos, ni siquiera por un momento de servir a Dios.
  Tomado del libro:DIARIO DE EL PUENTE A LA LIBERTAD (Serapis Bay)

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