jueves, 13 de diciembre de 2012

EXTRACTO DE UN  DISCURSO  POR  SERAPIS
          Algunos de ustedes recordaran ese viaje anterior, cuando trajimos la Llama de la Ascensión en el brasero de Atlantida a Egipto, Recordaran como nos turnamos en los remos, remando contra el tiempo, sabiendo que un Momento Cósmico no espera por el cansancio de la carne ni por la duda de la mente, por el miedo en los sentimientos ni por cualquier exteriorización de karma destructivo de cualquier hombre que pudiera ser parte del cargamento de individuos al que se le confio la misión de llevar la Llama de la Ascensión a Luxor.
          Teniamos que alcanzar  nuestro objetivo a pesar de cualquier obstáculo individual o colectivo, dentro de un tiempo dado, ¡  como nos regocijamos cuando alcanzamos la desenbocadura del Nilo, y supimos finalmente que estabamos  a quinientos kilómetros de nuestra meta ¡ Las lagrimas rodaron por nuestras mejillas mientras que, por un momento estiramos brazos y flexionamos los músculos de nuestros brazos y manos para aliviarlos de la presión del servicio de los remos, que habiamos tripulado para conducir nuestra galera hacia  adelante, cuando los vientos no hinchaban nuestras velas para ayudarnos a alcanzar nuestra meta. Agradecimos al Dios que nos creo, mientras mirábamos los tranquilos y brillantes destellos  de esa Llama de la Ascención, sabiendo que dentro de Su Presencia estaba el camino de regreso a casa, no solo para nosotros  si no también para todos los que perdían sus cuerpos en el hundimiento de Atlantida, y que de nuevo esperarían a las puertas del nacimiento para una nueva encarnación sobre la superficie restante de la Tierra. Elevándonos por la fuerza  renovada, por el reconocimiento de nuestra fuente, remamos rio arriba hacia Luxor- Recuerdo la prudencia de los miembros de nuestra compañía digno de elogió , quienes en vez de precipitar al costado del bote mientras se tiraba el ancla, esperaron Mi desembarco, llevando el brasero, dentro del cual la chispa de la Llama de la Ascención aun ardía. Luego, formando una procesión digan, todos me siguieron a tierra. Nos arrodillamos cerca de esa Llama, que habíamos mantenido viva con nuestro propio aliento, con nuestras oraciones, y aplicando durante las noches lluviosas en el mar, durante los días nublados, mientras el viento turbulento asediaba nuestra fragil embarcación, Mientras que de tal manera nos arrodillabamos, vertiendo nuestro amor dentro de la Llama de la Ascención, de los destellos crecío una nueva Luz, al tiempo que el gran Río Nilo crecía y la tierra temblaba, recordamos la Atlantida.
       Extraído del libro: 21 LECCIONES ESENCIALES VOL. 2

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